La Navidad en una primera interpretación es la celebración
del nacimiento de Jesús, mesías de la religión más extendida en el mundo: el
cristianismo. Según afirman algunos estudiosos, la Navidad no ocurrió en la
fecha en la que la celebramos hoy en día.
No son pocos los que señalan que la fecha clave del
cristianismo se movió al invierno occidental para que coincidiese con el
nacimiento de las deidades solares de otras religiones como Apolo y Horus. Al
igual que Jesús, nacieron de vírgenes fecundadas por dioses. Al igual que
Jesús, predicaron la paz… y Horus, en algunas versiones de su mito, fue muerto
y resucitado.
¿Esto disminuye la importancia de la Navidad? En realidad,
no, y tampoco pone en tela de juicio la existencia o importancia de Jesús. Sin
embargo, y fuera de su aspecto religioso, la Navidad tiene el sentido que le
demos. Y ese suele ser que se trata de una valiosa oportunidad para reunirse
con aquellos que amamos, a los que necesitamos, y una ocasión para agradecer a
la vida por ellos.
La Navidad, independientemente de nuestro credo religioso o
de su ausencia, de nuestro origen o nacionalidad, es una época para darse y
dar. No hay que abandonarse al vacío comercialismo de las ventas navideñas: hay
que dar aquello que hay en nuestro corazón para los que nos importan. Haz tus
rituales de Navidad.
Con la Navidad, damos la bienvenida al inicio del Invierno.
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