domingo, 23 de octubre de 2016

MITOLOGIA: AFRODITA DIOSA DE LA BELLEZA

Afrodita nació de una mezcla de sangre y semen del titán Urano y espuma de mar después de que Cronos lo castrase y arrojase sus atributos, que fueron a caer en la costa. Su nombre, de hecho, significa “Surgida” o “Salida de la Espuma”. Esto significa que es de una generación anterior a la de Zeus; por tanto, es muy difícil clasificarla en el Olimpo. Normalmente se la sitúa, no obstante, como parte de la primera generación, dada su mayor antigüedad. 

Afrodita era la diosa de la belleza, la lujuria, el deseo, la sexualidad y la reproducción. Se habla de ella como la diosa del Amor, pero hay que recordar que no lo es del amor “cristiano”, sino de la pura erótica, del sexo. 

Afrodita era representada como una atractiva mujer joven, casi siempre desnuda o llevando ropas muy ligeras, entreviendo sus curvas. Por su especial relación con el mar, en obras pictóricas se la suele representar con él de fondo, acompañada de elementos como almejas, perlas o rosas. A menudo la acompañan las Cárites, también llamadas Tres Gracias: Aglaya, la Belleza; Eufrosine, la Alegría; y Thalía, la Floreciente. Era especialmente adorada en Chipre, donde se dice que nació, en Atenas y en Corinto. 

En algunos de sus templos se practicaba la prostitución ritual: sus sacerdotisas mantenían relaciones sexuales con hombres y mujeres a cambio de dinero para mantener al templo y a las sacerdotisas. Ellas, las sacerdotisas, tras recibir el dinero efectuaban rezos y rituales especiales a la diosa (normalmente porque el cliente deseaba engendrar un hijo o seducir a alguien). Esta práctica era legal y estaba escrupulosamente regulada, contra todo pronóstico. En consecuencia, Afrodita era la protectora, en todas partes, de las hetairas, las prostitutas. La diosa del deseo nació ya adulta, desnuda e infinitamente apetecible.
Su carácter es muy variado según los mitos; en unos aparece voluble y caprichosa, en otros, juguetona y simpática. Zeus, temeroso de que el irresistible atractivo de la diosa ocasionase disputas en el Olimpo, la casó con el deforme y malhumorado dios herrero, Hefesto, el cual estaba tan feliz de tenerla como esposa que le traía siempre de la forja riquísimas y exquisitas joyas, incluyendo un cinturón que duplicaba el efecto que tenía sobre los hombres. Sin embargo, Afrodita no mantuvo ni mucho menos sus votos nupciales, ya que se aburría como esposa de Hefesto, por el que sentía más pena que otra cosa, y cometió adulterio repetidamente y con varios hombres. 

El más sonado de todos fue el tórrido romance que mantuvo con el voluble dios de la Guerra, Ares, que contamos anteriormente. Con él tuvo seis hijos: Anteros, el Amor Correspondido; Deimos, el Terror; Eros, el Amor Romántico; Fobos, el Miedo; Harmonía, la Concordia, e Hímero, dios menor de la lujuria y el deseo sexual. Con Dioniso tuvo a Himeneo, dios menor protector del matrimonio y la virginidad, y Príapo, otro dios menor de la fertilidad al que se representaba con un enorme falo erecto. 

Con Hefesto no tuvo hijos, aunque la paternidad de Eros a veces se le atribuye a él, como símbolo del amor romántico puro que Hefesto le profesaba a la diosa del deseo, aunque ésta no le correspondiese igual. Los escarceos de Afrodita con Hermes dieron como fruto a Hermafrodito, dios menor con pechos y formas femeninas, pero facciones y sexo masculino; y a Tiqué, diosa de la Fortuna y el Destino. Con Poseidón engendró al dios menor marino Rodo. 

Afrodita también mantuvo escarceos amorosos con mortales: de su relación con el atractivo Adonis nació Beroe, diosa menor de los manantiales; del pastor Anquises engendró a Eneas, que se convertiría con el tiempo en héroe de la Guerra de Troya, de la que salió con vida, e hijo favorito de la diosa, al que protegía con enorme celo; con Butes, uno de los argonautas, engendró a Érix, rey de Sicilia; por último, Afrodita engendró a Astínoo, un daimon o guardián nocturno de sus templos, con Faetón, hijo del titán Helios y la titánide Clímene. Además, Afrodita fue la diosa que jugó un papel más activo y claro en el origen de la Guerra de Troya, concediéndole al príncipe troyano Paris a Helena de Esparta: la diosa hizo que ambos jóvenes murieran de deseo por el otro en cuanto se vieron. Afrodita aparece en muchos otros mitos griegos, bien como protagonista o bien como activa o anecdótica participante.

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